En una fría noche otoñal
que sin congelar, congela
tu mano y la mía se encuentran
el calor traspasa las telas.
Las estrellas del cielo nos miran
la obscuridad que las envuelve, se rebela
las abraza con rubor, las mece en su pasión
destacando así, su luminoso color.
La orquesta quiere dejar de tocar
El viento se ha cansado de volar
el silencio ansia, dormido, caer
No hay uno sin dos ni tres.
Descansan sin estar cansados, entre el cielo y las estrellas, el lobo y la sirena, cerca del agua, cerca del sueño, donde duermen los versos.
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