Esta entrada se la quiero dedicar a una parte de mi vida que pertenece al pasado y que quizás nunca la lea.
En una mañana veraniega de sueños consumados, cierro los ojos y en la calma de mi pecho descubro tu anhelo, inherente, aunque, ciertamente diferente. Los abro, para despertar de un posible sueño que quizás sea distinto a la realidad. Inútilmente, siento el sordo peso de la verdad sobre mis hombros. Y aunque nada ha cambiado todo es diferente. Las despedidas no son tan amargas, los reencuentros no son tan maravillosos y los besos solo son besos.
Todo lo que una vez hubo empezado acabó en un silencioso sollozo incoherente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario