Esa noche de verano llena de estrellas en el cielo... El ruido del mundo, lejano, lo transporta la brisa veraniega, casi como un regalo de despedida, sabe que esta por acabar. Solo quedan sonrisas en nuestras caras. No necesitamos más. Y aunque nos conocemos mejor de lo que nadie lo ha hecho jamas, no sabemos quienes somos. Solo unos desconocidos en medio de la pradera, acompañados por una orquesta de grillos y viento en los arboles, acunados en la luna menguante.
Y nos miramos en silencio
Y hablamos sin mirarnos
Y sin mirarnos ni hablarnos
ni amarnos
nos amamos.
Una noche
esa noche de verano.
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